Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.
Oración introductoria
Señor, quiero ser tu discípulo misionero, por eso te pido tu gracia para no caer en la tentación. Necesito de un cambio interior, quiero vivir para Ti y entregarme a trabajar por tu Reino. ¡Abre en esta oración las puertas de mi corazón! ¡Ayúdame a escucharte!
Petición
Señor, concédeme saber escuchar tu Palabra y hacerla vida en mi vida.
Meditación del Papa
Se puede conocer todo, se puede tener ciencia de todo y de esta luz sobre las cosas. Pero la luz de Jesús es otra cosa. No es una luz de la ignorancia, ¡no!, es una luz de conocimiento y sabiduría, pero es diferente de la luz del mundo. La luz que nos ofrece el mundo es una luz artificial, fuerte -quizás más fuerte es la de Jesús ¡eh!- fuerte como los fuegos artificiales, como el flash de las fotografías. Sin embargo la luz de Jesús es una luz suave, es una luz tranquila, es una luz de paz. La luz de Jesús no hace espectáculo, es una luz que viene al corazón. El diablo muchas veces viene disfrazado de ángel de la luz: a él le gusta imitar a Jesús y se simula bueno, nos habla tranquilamente, como ha hablado a Jesús después del ayuno en el desierto. Por esto hay que pedir la sabiduría del discernimiento para conocer cuándo es Jesús que nos da la luz y cuándo es el demonio disfrazado de ángel de la luz. (S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta).
Enlace: Catolic.net
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